La genética forense: qué es y para qué sirve
La genética forense es una disciplina en constante evolución, impulsada por los avances tecnológicos que permiten obtener información cada vez más precisa sobre hechos delictivos. El trabajo del perito en genética forense resulta clave dentro del ámbito penal, ya que aporta evidencia científica objetiva que ayuda a esclarecer los hechos y reducir interpretaciones erróneas o manipulaciones de la prueba.
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¿Qué es la genética forense?
La genética forense consiste en la aplicación de métodos y técnicas propias de la genética para el análisis de evidencias biológicas y la identificación de individuos a partir de su ADN. Esta disciplina se fundamenta en principios científicos consolidados, como la singularidad del ADN en cada persona.
No obstante, su alcance no se limita únicamente a los seres humanos. También puede emplearse para identificar organismos no humanos, como animales, plantas, bacterias o microorganismos, así como otras muestras biológicas que resulten relevantes para la resolución de conflictos, tanto en el ámbito judicial como en procedimientos extrajudiciales.
La genética forense se sitúa en el punto de encuentro entre la medicina legal y la criminalística. Por ello, los peritos médicos mantienen una estrecha relación con esta especialidad, especialmente aquellos vinculados al análisis clínico o áreas específicas como la ginecología forense. Aun así, se trata de una disciplina científica amplia e independiente, orientada a apoyar a la justicia mediante la determinación del vínculo causal entre los hechos y las evidencias biológicas.
¿En qué consiste la genética forense?
La sociedad está familiarizada con la genética forense a través de series y películas de temática criminal, donde el trabajo de criminalistas y genetistas suele presentarse de manera poco realista. Esto genera la percepción errónea de que las pruebas genéticas son simples, rápidas y siempre concluyentes, cuando en la práctica no es así.
El ADN se encuentra en la mayoría de las células del cuerpo humano y es exclusivo de cada individuo. Al dejar rastros biológicos en los lugares con los que interactuamos, el análisis genético puede determinar si una persona estuvo presente o tuvo contacto con una escena. Sin embargo, la obtención, análisis e interpretación del ADN en investigaciones criminales y procesos judiciales suele ser más compleja de lo que se muestra en la ficción, y con frecuencia se malinterpreta.
La genética forense se desarrolla principalmente en el laboratorio, donde se aplican procedimientos científicos rigurosos y pruebas especializadas, más allá del trabajo policial de campo.
Análisis y comparación de muestras
La genética forense se basa en la comparación de muestras biológicas. En este contexto, se distinguen dos tipos principales:
- Muestras indubitadas: corresponden a ADN de referencia, cuya procedencia es conocida.
- Muestras dubitadas: son aquellas de origen desconocido, que se analizan para determinar si coinciden con las muestras de referencia.
El origen de estas muestras puede ser diverso:
Muestras de origen humano
- Sangre, en estado sólido o líquido.
- Saliva, líquida o presente en objetos como vasos o botellas.
- Esperma, especialmente relevante en casos de agresión sexual.
- Pelos.
- Tejidos, procedentes de cuerpos en distintos estados de conservación.
- Huesos y dientes, utilizados principalmente para la identificación de restos humanos.
Muestras de origen no humano
Incluyen restos biológicos de plantas, animales, insectos u otros organismos, útiles para determinar su procedencia o relación con un hecho concreto.
¿Para qué sirve la genética forense?
Inicialmente, la genética forense se utilizaba casi exclusivamente en procesos judiciales. En la actualidad, su aplicación se ha extendido también al ámbito extrajudicial. Gracias a esta disciplina, es posible obtener pruebas complementarias de gran valor en áreas como:
Resolución biológica de delitos (homicidios, robos, delitos sexuales, entre otros).
- Análisis de paternidad y parentesco.
- Investigación de ataques de animales.
- Control y detección del tráfico de especies.
- Casos de bioterrorismo.
- Identificación de fraudes alimentarios.
Análisis de paternidad
Uno de los usos más frecuentes de la genética forense es el análisis de paternidad. Este procedimiento consiste en comparar muestras del presunto progenitor con las del posible hijo para evaluar la relación biológica.
El fundamento científico se basa en que cada individuo hereda material genético de ambos padres. Al analizar y comparar estos perfiles genéticos, se puede determinar la paternidad con un grado de certeza muy elevado, siempre que se empleen metodologías validadas y equipos confiables, desarrollados por reconocidas marcas de genética criminal.
Investigación criminal
El genetista forense desarrolla la mayor parte de su trabajo en el laboratorio, lejos del ritmo acelerado que muestran las producciones televisivas. Aun así, su labor es esencial para la resolución de delitos. Estos profesionales pueden colaborar con otros expertos y con las autoridades encargadas de la investigación criminal.
Su función principal consiste en analizar las evidencias biológicas recogidas en una escena, aplicando conocimientos genéticos para identificar o descartar sospechosos. En determinados casos, también pueden participar directamente en la escena del crimen, siempre dentro de un marco legal y judicializado.
Identificación de la víctima
La genética forense no solo permite identificar a los responsables de un delito, sino también a las víctimas. Estas pueden proceder tanto de hechos criminales como de situaciones tales como:
- Desastres naturales.
- Accidentes aéreos.
- Accidentes de tráfico.
- Derrumbes de edificaciones.
- Atentados terroristas.
En estos contextos, las dificultades para la identificación suelen ser similares a las que se presentan en investigaciones criminales, por lo que la genética forense cumple una función complementaria fundamental.
Partes de la genética forense
La genética forense se divide principalmente en dos grandes áreas:
- Genética forense humana: centrada en el estudio del ADN humano, aplicada a delitos, identificación de restos y pruebas de parentesco.
- Genética forense no humana: orientada a la resolución de conflictos legales mediante el análisis genético de organismos distintos al ser humano.
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La genética forense es una herramienta científica esencial para la administración de justicia, ya que aporta evidencia objetiva, verificable y basada en principios biológicos sólidos. Su evolución ha sido posible gracias al desarrollo tecnológico, al rigor metodológico y al respaldo de marcas de equipo forense y proveedores especializados como Zogbi, que contribuyen a fortalecer la precisión y confiabilidad de los análisis. En un contexto donde la prueba científica es determinante, el trabajo del genetista forense continúa siendo un pilar clave para el esclarecimiento de los hechos y la búsqueda de la verdad.